domingo, 1 de noviembre de 2009

[[[ Butsu ]]]

Acá estoy, largando una vez más otro camino entre letras.
Dejandomé perder entre plumas y corcheas,
letras que me dibujan, y melodías que me calman.
Y ahora que ya está todo dicho, el título ahí colgado,
diciendo quién soy, construyendomé, no queda más que empezar.

Domingo, y como cada uno de ellos...
un día por excelencia nostálgico, o reflexivo;
tal vez ambos.
Es por eso que hoy quiero largar esta nueva etapa
citando un texto de un grande: Hermann Hesse.
Un texto que hace poco más de un año atrás me cambió la vida.
Me hizo redescubrirme y entender un montón de cosas, de mí, de la vida, de mi existencia... en el viaje que sin dudas me cambio para siempre y me hizo crecer.
Espero que como a mí, ustedes puedan tomarse un rato,
leer y reflexionar sobre lo que expone el autor,
y les puedo asegurar que sin dudas, después de entender,
y lograr comprender la escencia de lo que transmite el texto:
su vida no volverá a ser la misma.

Extraido de Siddharta de Hermann Hesse.

«He encontrado otra idea que tú, Govinda, seguramente tomarás por broma o chifladura, pero, en realidad, se trata de mi mejor pensamiento. Es éste: ¡Lo contrario a cada verdad es igual de auténtico! O sea: una verdad sólo se puede pronunciar y expresar con palabras si es unilateral. Y unilateral es todo lo que se puede expresar con pensamientos y declarar con palabras; todo lo unilateral, todo lo mediocre, todo lo que carece de integridad, de redondez, de unidad».

«Cuando el venerable Gotama enseñaba el mundo por medio de palabras, lo tenía que dividir en sansara y nirvana en ilusión y verdad, en sufrimiento y redención. No es posible otra forma para el que desea enseñar. No obstante, el mundo mismo, lo que existe a nuestro alrededor y en nuestro propio interior, nunca es unilateral. Jamás un hombre o un hecho es del todo sansara o del todo nirvana nunca un ser es completamente santo o pecador. Nos parece que es así porque nos hacemos la ilusión de que el tiempo es algo real. Y el tiempo no es real, Govinda, lo he experimentado muchísimas veces. Y si el tiempo no es real, también el lapso que parece existir entre el mundo y la eternidad, entre el sufrimiento y la bienaventuranza, entre lo malo y lo bueno, es una ilusión».

-¿Qué quieres decir? -preguntó Govinda angustiado.

-¡Escucha bien, amigo, escucha bien! El pecador, que lo somos tú y yo, es pecador, pero algún día volverá a ser Brahma, llegará al nirvana será buda..., y ahora fíjate bien: ese «algún» es una ilusión. ¡Es sólo metáfora! El pecador no está en camino hacia el budismo, no se encuentra en un desarrollo, aunque no nos lo podemos imaginar de otra forma. No; en el pecador, ahora y hoy, ya está presente el buda futuro, todo su futuro, en él, en ti, en todo se debe respetar el posible buda escondido.

«El mundo, amigo Govinda, no es imperfecto, ni se encuentra en un camino lento hacia la perfección. No; él es perfecto en cualquier momento. Todo pecado ya lleva en sí el perdón, todos los lactantes, la muerte; todos los moribundos, la vida eterna. Ningún ser humano es capaz de ver en el otro en qué situación se halla dentro de su camino: en el ladrón y en el jugador espera el buda, en el brahmán espera el ladrón».

«En la profunda meditación existe la posibilidad de anular el tiempo, de ver toda la vida pasada, presente y futura a la vez, y entonces todo es bueno, perfecto: es brahma. Por ello, lo que existe me parece bueno; creo que todo debe ser así, tanto la muerte como la vida, el pecado o la santidad, la inteligencia o la necedad; todo necesita únicamente mi afirmación, mi buena voluntad, mi conformidad de amante: entonces es bueno para mí, y nunca podrá perjudicarme».

«He experimentado en mi propio cuerpo, en mi misma alma, que necesitaba el pecado, la voluptuosidad, el afán de propiedad, la vanidad, y que precisaba de la más vergonzosa desesperación para aprender a vencer mi resistencia, para instruirme a amar al mundo, para no compararlo con algún mundo deseado o imaginado, regido por una perfección inventada por mí, sino dejarlo tal como es y amarlo y vivirlo a gusto».

«Estas son, Govinda, algunas de las ideas que se me han ocurrido».



Algunas de las cosas que me enseñó este texto en su momento:

Entendí que el sufrimiento es parte escencial de nuestras vidas.
Tal vez mas aún que la dicha y la felicidad.
Porque es lo que nos lleva al cambio, a la duda, a replantearnos,
reformularnos, a la introspección.
Entendí que el desafío mas grande de la vida, es conocerse uno mismo
hasta lo mas profundo de nuestra escencia.
Entendí que al mundo venimos solos y nos vamos solos...
en el camino tenemos la hermosa e inmensa posibilidad de
cruzarnos millones de personas.
Personas que pasan efírmeramente, que caminan a nuestro lado,
que nos acompañan largos años, que quedan siempre grabadas
en nuestra mente, o simplemente olvidamos.
Pero siempre cuando todas esas personas pasan, al fin y al cabo
quedan adentro nuesto, y ahí estamos de nuevo, otra vez...
Con nada mas (y nada menos) que nosotros mismo.
Entonces, ¿hay desafío mas grande que entenderse a uno?

Mati Destinado

No hay comentarios:

Publicar un comentario